Programa de Producción colectiva de agave azul en parcelas integrales con familias sembradoras y prácticas agroecológicas

Un modelo cooperativo que transforma la tierra y la vida

En los campos de Jiquipilas, Chiapas, crece mucho más que agave azul. Crece una propuesta de transformación social basada en el trabajo colectivo, la justicia ambiental y la economía solidaria. Desde la cooperativa Procomunidades, impulsamos un programa que no solo siembra plantas, sino también autonomía, dignidad y comunidad: el Programa de Producción Colectiva de Agave Azul en Parcelas Integrales.

Este proyecto nace como respuesta a las condiciones de desigualdad, abandono y exclusión que enfrentamos en nuestras comunidades rurales. Ante un sistema que prioriza la ganancia sobre la vida, nosotras y nosotros decidimos organizarnos desde lo local para recuperar el valor del trabajo campesino, la riqueza de nuestros saberes ancestrales y la fuerza de la cooperación.

Nuestro modelo se centra en la creación de parcelas integrales, donde el agave azul, un cultivo de largo plazo con gran potencial nutricional, medicinal y económico, convive con productos de alimentación básica como maíz, frijol, calabaza y hortalizas, cultivados de forma agroecológica. Cada parcela es trabajada por un equipo de cuatro Familias Sembradoras, quienes comparten responsabilidades, aprendizajes y beneficios, bajo principios de igualdad, corresponsabilidad y respeto por la naturaleza.

Este programa representa mucho más que una estrategia productiva: es una forma de vida que fortalece la organización comunitaria y reconstruye el tejido social desde la base. Cada familia recibe acompañamiento técnico especializado, asesoría constante y formación en autogestión, liderazgo y resolución colectiva de conflictos. Sembramos con ciencia, pero también con conciencia.

El agave azul, además de generar ingresos por la venta de hijuelos desde el segundo año y de piñas en el quinto, es un aliado natural en la lucha contra el cambio climático. Su capacidad para captar dióxido de carbono, regenerar suelos erosionados y favorecer los ecosistemas, lo convierte en una planta estratégica para la sostenibilidad ambiental. Al mismo tiempo, nuestras prácticas agrícolas eliminan el uso de agroquímicos, protegen la biodiversidad y aseguran alimentos sanos para las propias familias.

Uno de los pilares de este programa es la participación activa y equitativa de las mujeres, quienes históricamente han sostenido la vida comunitaria desde lo invisible. En Procomunidades, las mujeres son protagonistas del cambio, desde el campo hasta las decisiones organizativas, y sus aportes son valorados como fundamentales para alcanzar el buen vivir.

La economía que promovemos no busca enriquecer a unos pocos, sino garantizar una vida digna para todas y todos. Por eso, los beneficios del programa se distribuyen de forma equitativa entre las familias sembradoras, la cooperativa, los inversionistas y el área de desarrollo comunitario. Además, diseñamos este modelo para ser autosostenible, capaz de reproducirse en nuevas parcelas y comunidades, generando más oportunidades sin depender eternamente de financiamientos externos.

En cada planta de agave que sembramos, hay una historia de lucha, un compromiso con la tierra y un sueño compartido. Porque sembrar agave es sembrar futuro, es sembrar comunidad. En Procomunidades, creemos que otro campo es posible, y lo estamos cultivando con nuestras propias manos, día tras día.